Todas estas cosas y todas las que quieras añadir, son
importantes por sí solas, pero ninguna de ellas representan tú necesidad más
grande. Hay una cosa que todos necesitamos desesperadamente, sea que estés
consciente de ella o no, es algo para la que está diseñado nuestro corazón
porque esa cosa llega a lo más profundo de nuestro ser; Dios, cuando nos diseñó
y nos hizo, nos diseñó y nos hizo con esa necesidad, la más grande, la más
urgente: Tu necesidad más grande (y la mía), es una relación completa y
restaurada con Dios. De esa relación depende tu presente y tu futuro.
Cuando leemos el relato de la Creación de Dios vemos que
Dios crea al hombre y a la mujer, y lo primero que hace es bendecirlos
(Génesis 1:28) y luego hablar con ellos. Y esta relación era normal. Génesis 3:8 nos dice
que Dios “se paseaba en el huerto” donde estaban Adán y Eva y hay algo que a
Dios le extraña: ¡no los encuentra! Ya le habían fallado, habían desobedecido,
y se esconden y esto ¡no era lo normal! La comunicación de Dios con el hombre y
viceversa era perfecta, hablaban como puede hablar un padre con su hijo o como
hablan dos amigos… hasta ese día porque fuimos creados para vivir en unión con
Él.
Fuimos creados para vivir en unión con Él.
La comunión con Dios es una
profunda necesidad de todo ser humano, aún si reconocemos esa necesidad o no.
La comunión con Dios es la forma en que fuimos creados para funcionar, y es, en
última instancia, acerca
de una relación muy amorosa y muy presente con el Creador. Is.43:7 dice que fuimos
creados para Su gloria, para que le glorificáramos y esto solamente puede
conseguirse si nuestra relación con Él es muy cercana, personal… Fuimos
creados para amarlo.
En Deuteronomio 6:4-5 se recoge el más
grande mandamiento que se puede encontrar en la Biblia: "Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas." El
pueblo de Israel sabía que sólo tenía dos opciones: obedecer este mandamiento y
tener a Dios de su lado; desobedecerlo y atenerse a las consecuencias. Ese es
el ciclo que vemos en el libro de Jueces: cuando estaban del lado de Dios, sentían su misericordia, su
ayuda. Más cuando “se volvían atrás”, Dios se apartaba de ellos, eran
vulnerables porque dependían solamente de sus fuerzas, Dios no estaba con
ellos.
La realidad es que hemos sido diseñados para vivir para Su
gloria y si aún vives en una relación rota con Él, estás fracasando en el propósito
fundamental de tu existencia.
Dios, en su gracia no está conforme con esto, Él no quiere
que nadie se pierda (2 Pedro 3:9), por eso ha creado una manera a través de la
vida, de la muerte y de la resurrección de Su Hijo, para que esa relación
¡esencial para tu vida! (y la mía), fuera restaurada (Juan 3:16). Es a través de Jesucristo que nuestra relación con Dios puede ser
restaurada. Qué hermoso restaurar esa relación y poder oír de su Hijo:
“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Juan.15:14). ¡Ser como
Abraham! ¿? al que la Biblia llama: “amigo de Dios”. Dios va más allá de la
amistad: El anuncia que al que lo recibe, al que cree en su nombre, le da el
derecho de ser hecho hijo de Dios. A través de Jesucristo somos adoptados como
hijos en la familia de Dios.
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