La vida nos depara sorpresas a veces dolorosas, otras veces
muy dolorosas. De momento, y gracias a Dios, no me ha tocado vivir una
situación muy dolorosa; a veces me la puedo imaginar, ¿y si me pasara esto a
mí? ¿cómo reaccionaría? La experiencia que ya he compartido aquí en alguna
ocasión es que en los momentos más difíciles es cuando he sentido a Dios más
cerca. Las experiencias que he leído de algunos creyentes es que han llegado a
colapsar en situaciones límite: “Fue como si todo el mundo se hubiera
oscurecido. Mi corazón gritaba: “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?”.
Los creyentes tenemos palabras de Dios que recordamos cuando
nos enfrentamos a situaciones de este tipo; uno de los favoritos es 1 Corintios
10:13.- “No os ha sobrevenido ninguna tentación (prueba) que no sea
humana; pero fiel es Dios quien no os dejará ser tentados (probados) más
de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la tentación (prueba)
dará la salida, para que la podáis resistir.” Otro de los pasajes que
solemos recordar es el de Santiago 1:2-3.- “Hermanos míos, tenedlo por sumo
gozo cuando os encontréis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia (perseverancia, constancia)”. ¿Cómo se
puede tener gozo cuando se enfrenta uno a un revés de los que te deja
‘colapsado’? El mensaje del apóstol Santiago es un mensaje de aliento para los
que se enfrentan a este tipo de dificultades. El escritor inspirado está
diciéndonos las palabras de Dios para que reflexionemos en ellas y nos
afirmemos en el gozo, no el gozo superficial, sino en la plenitud de gozo del que
habla en otro texto: “¡Regocijaos en el Señor siempre! Otra vez os digo:
¡Regocijaos!” En el caso de los lectores de Santiago a los que iba dirigida
su carta, se les indica que lo que esta siendo probada es su fe y quien la esta
probando es Dios mismo, el Padre, permitiendo cosas que van a fortalecer la fe
porque es por medio de esa angustia que vamos a experimentar esa presencia que
antes mencionaba, la experiencia de la gracia de Dios.
Es en esos difíciles momentos cuando el creyente mantiene su
confianza en Dios, sabiendo que Él no está desprevenido ante lo que nos sucede,
Él tiene el control: “El revela las cosas profundas y escondidas; conoce lo
que hay en las tinieblas, y con él mora la luz” (Daniel 2:22). ¡En Él
habita la luz! Por eso el salmista podía decir confiado: “Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.”
Para nosotros puede ser el momento más oscuro de nuestra
vida, y cuando así sea, tenemos que recordar “¡Él tiene la luz!” Para Él no hay
oscuridad que valga; el misterio que nosotros confrontamos para Él no lo es; Él
tiene el control y está viendo lo que está pasando y lo que va a pasar y Su
Palabra, la que llega a nuestros oídos y memorizamos precisamente para estos
momentos oscuros, es eterna: “¿Por qué, pues, dices, oh Jacob; y hablas tú,
oh Israel: “Mi camino le es oculto a Jehová, y mi causa pasa inadvertida a mi
Dios”? ¿No lo has sabido? ¿No has oído que Jehová es el Dios eterno que creó
los confines de la tierra? No se cansa ni se fatiga, y su entendimiento es
insondable. Da fuerzas al cansado y le aumenta el poder al que no tiene vigor.”
(Isaías 40:27-29).
Dios está con sus hijos en los momentos más oscuros de
nuestra existencia y lo grande, es que no nos dejará solos en esos momentos. Esta
seguridad nos sostiene y es por eso por lo que la compartimos con aquellos que aún no
han alcanzado esta certeza. La fuerza no está en nosotros, la fuerza está en
Dios quién a través de su Hijo Jesucristo nos da la certeza y la esperanza de
saber que estamos bajo su protección.
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