domingo, 1 de marzo de 2020

La pereza

las personas perezosas toman decisiones de poco peso, no son previsoras, son necias
Ya va a hacer tres años que no escribo sobre Proverbios, concretamente la última vez fue en julio del
2017 y me pregunto si es que el tiempo pasa demasiado rápido o si es culpa de mi pereza para escribir. No me hace ninguna gracia pensar que puede ser esto último, así que me propongo luchar contra esa señora que nos anima a no salir de la “zona de confort”, buscar lo fácil y lo placentero, y dejar la pluma, el papel y el tintero a buen recaudo porque supone mucho esfuerzo. Por eso hoy, cuando he pensado que debería trabajar un poco para el Blog, he buscado dónde había dejado los proverbios para retomarlos y disfrutarlos como lo que son, una colección de dichos sabios que, en los tiempos que nos ha tocado vivir, tienen una aplicación práctica para hacernos tomar decisiones sabias inspiradas desde el Cielo por nuestro Dios.
“Vé a la hormiga, oh perezoso; observa sus caminos y sé sabio.” (Proverbios 6:6).
En los comentarios a los primeros capítulos de Proverbios, vemos que el Autor dedica muchas líneas a aconsejar a los jóvenes, especialmente haciendo énfasis en lo importantes que son los consejos de los padres. Luego se centra en algunos temas que son auténticas tentaciones para apartar a los jóvenes de la Sabiduría, protagonista de los primeros capítulos de este Libro Y una de esas tentaciones es “la pereza”. Y como ejemplo gráfico, el autor de Proverbios elige un ejemplo gráfico en la naturaleza: las hormigas. Nos dice que observemos lo que hace porque su ejemplo nos puede guiar a tomar decisiones sabias. La hormiga siempre ha sido ejemplo de alguien laborioso, aplicado, dispuesto a trabajar para prever. De todos es conocida la fábula “la cigarra y la hormiga”: “Un caluroso verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. No tenía ganas de trabajar; sólo quería disfrutar de sol y cantar, cantar y cantar.” Así comienza esta fábula con la cigarra “sin ganas de trabajar” porque está en verano, pero, sin embargo si tiene un deseo: disfrutar del sol y cantar continuamente. Una actitud necia que sirve muy bien para señalar a los vagos, las personas perezosas que, por su actitud, toman decisiones de poco peso, no son previsoras, son necias y su actitud y su pasividad les lleva a situaciones difíciles y peligrosas.
Cuando ya hemos conocido a la cigarra, aparece la hormiga, pasando por enfrente de la perezosa cigarra, cargando con un grano de trigo que, para el tamaño de la hormiga, es un peso considerable; así que ahí vemos a la pobre hormiga, sudando la gota gorda por el calor del verano, pero, no por ello, dejando de trabajar. ¿Por qué? Todos los sabemos, luego llegará el invierno cuando no se puedan recoger alimentos, llegará el frío, la nieve y el que ha sido previsor tendrá su almacén perfectamente lleno de provisiones y no tendrá necesidad de salir del acogedor hogar, como le va a pasar a la hormiga, mientras que la insensata cigarra “se encontró sin casa y sin comida. No tenía nada para comer y estaba helada de frío.” Lo curioso de esta historia es que el ejemplo del buen comportamiento de la hormiga se atribuye a su sabiduría y laboriosidad en contraste con el perezoso que actúa neciamente por disfrutar de los placeres momentáneos sin prever lo que está por venir por sólo querer divertirse sin organizar un tiempo también para trabajar.
En el pasaje de Proverbio 6, vemos que la hormiga no necesita que nadie le mande para llenar su almacén de provisiones “Ella no tiene jefe, ni comisario, ni gobernador” (Proverbios 6:7), pero si tiene la sabiduría de la que debe tomar ejemplo el diligente de preparar “su comida en el verano, y guarda su sustento en el tiempo de la siega” (Proverbios 6:8).
Por el contrario, el autor de estos Proverbios nos muestra al perezoso, el holgazán que no sale de su cama: “Perezoso: ¿Hasta cuando has de estar acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de dormir, un poco de dormitar y un poco de cruzar las manos para reposar.” (Proverbios 6:9-10). Oyendo estas palabras parece que se nos vienen los bostezos a la boza, se cansa uno de estar tan cansado y pasivo. Pero la Sabiduría que protagoniza los Proverbios, es muy consciente de la existencia de este problema y advierte a nuestros jóvenes y a nosotros de la tentación que supone el echarse en la cama o el sofá por evitar enfrentarse, como mínimo, a las responsabilidades que debemos de tener para el día que se nos presenta por delante. Lo fácil siempre es retrasar nuestras obligaciones: si se pueden eludir las responsabilidades y dejar que pase el tiempo, mejor. Pero eso no le agrada en absoluto al Señor. Si dejamos las cosas que podemos hacer hoy para mañana, podemos estar seguros que no se van a hacer solas y lo único que habremos conseguido es tener más cosas atrasadas y menos tiempo para hacerlas con el consiguiente fastidio que supone aparte del mal testimonio que estamos dando a los no creyentes, cuando que el Señor dice que todo lo que hagamos, lo hagamos como para Él (Colosenses 3:23).
Lo que prevé este proverbio es que el perezoso acabará por descubrir que su pereza aboca a la pobreza: “Así vendrá tu pobreza como un vagabundo, y tu escasez como un hombre armado.” (Proverbios 6:11). Tanto la imagen del vagabundo como la del hombre armado, no parecen traer muy buenas perspectivas, pero el consejo está ahí: la persona diligente es sabia y prudente, es alguien en la que se puede confiar, a la que se le puede dar un trabajo, una responsabilidad, alguien con quien se puede contar. Con el perezoso no va a contar nadie. Termino con una frase que se le atribuye a Benjamín Franklin que dice así: “"La pereza camina tan despacio que la pobreza la alcanza muy pronto."

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