viernes, 20 de marzo de 2020

De reclusión

recluidos en casa por causa del coronavirus
Éste es nuestro sexto día de reclusión en nuestros hogares. Los cristianos, seguidores de Jesucristo y que confían en Dios como su punto de apoyo, referencia, esperanza y fortaleza, se agarran, muy especialmente en los momentos difíciles, a las promesas que Dios ha hecho y que siempre cumple. Ésta es una de ellas:“No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará.” (Deuteronomio 31:8).
“Es una tranquilidad pensar que el Dios todopoderoso va delante de mí, pobre pecador, y que está conmigo y que nunca me va a dejar; no tengo ningún motivo para tener miedo teniendo su respaldo.”
Muchas personas no creyentes señalan que si Dios existe, se trata de un dios pequeño que no tiene poder ya que permite que sucedan estas cosas malas que suceden y que traen tanto sufrimiento, dolor y muerte. Si nos informamos en la Biblia podemos ver que cuando Dios creó el mundo no había enfermedad, ni cosas mal hechas ni muerte. Fue cuando el hombre y la mujer decidieron vivir sin dar cuentas a Dios y sin depender de Él, que el pecado entró en el mundo y con él el desastre absoluto.
A pesar de que sucedió todo esto, esto no implica que Dios haya perdido el control ¡Dios tiene el control absoluto! Por ejemplo, en la historia de Job, Dios permitió que Satanás le atacase hasta un límite; Dios tenía un propósito y aunque Satanás quería hundir y desacreditar a Job, el resultado fue todo lo contrario: Job es uno de los protagonistas más conocidos y grandes de los que aparecen en la Biblia: millones de personas han leído su historia y su ejemplo les ha ayudado.
¿Y que sucede con la historia de Jesús? Nadie que lo observase colgado de una cruz podría pensar que detrás de aquella terrible y negativa imagen podría sacarse algo bueno de todo aquello, sin embargo, allí se estaba abriendo una puerta de acceso al cielo y a Dios porque se estaban descargando todos nuestros pecados en aquel sacrificio, Jesús estaba sufriendo el castigo que nos corresponde como pecadores que somos, de manera que pudo decir contundentemente: “Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a Su Hijo y crean en Él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final” (Juan 6:40).
Dios es soberano, es infinitamente más sabio y poderoso que nosotros, Él sabe y nosotros, en nuestro orgullo, creemos que detrás del sufrimiento no puede haber ninguna buena razón: pensamos convencidos que ¡no hay ninguna! Ante Su presencia, deberíamos pedir humildad para recibir la paz que supone el confiar plenamente en Él, suceda lo que suceda. Confiar plenamente en que Dios tiene el control nos ayuda a enfrentarnos a los problemas y tener paz a pesar de ellos. Contrariamente a lo que muchos opinan, Dios no disfruta en absoluto viéndonos sufrir; Dios no es cruel. La Biblia nos enseña que Dios es amor, misericordioso, paciente, lento para la ira que le produce el pecado y la injusticia; Él nos ama y tiene el control y esto nos anima para seguir adelante a pesar de los contratiempos y las dificultades. Sólo tenemos que humillarnos ante Su Santidad, reconocer nuestro pecado, arrepentirnos y pedirle que nos ayude a creer y a comprender esto. Él lo va a hacer seguro: “El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazas un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.” (Salmo 51:17).


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