lunes, 25 de febrero de 2013

¡RECHAZADO!

No me gusta nada que me rechacen. ¿Y a quién le gusta?

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En general empleo tiempo y esfuerzo en medios para no ser rechazado. Me gusta caerle bien a la gente. Soy extrovertido por naturaleza y disfruto conociendo gente y escuchar sus historias. Por eso llevo muy mal el rechazo, las “malas caras”, las malas miradas o las miradas desconfiadas. Me gusta ser afable con las personas y llevo muy mal la mala educación, el anti-civismo dominante o las malas formas ante una actitud de amabilidad o cortesía.
Sin embargo, es un riesgo que corremos los cristianos. Es fácil ser rechazados por lo que creemos o por la fe que profesamos. Es curioso. No me había dado cuenta hasta hoy, mientras leía mi meditación diaria, de que Jesús fue una víctima continua del rechazo. Empezó sufriéndolo en su mismo pueblo, por su creación, por lo que es suyo por naturaleza: “A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Luego ese rechazo fue extensible a sus mismos discípulos: “Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Jn.6:66). Preferían rechazarle ante la espada de sus palabras que los obligaba a comprometerse con Él responsablemente. Es verdad que este rechazo estaba profetizado: “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la principal del ángulo” (Salmo 118:22). “Fue despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Y como escondimos de él el rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos” (Isaías 53:3). Jesús era rechazado porque no era conforme a las ideas y a los gustos que reinan en la humanidad. Si él fue rechazado así ¿qué podemos esperar sus seguidores? Pedro escribió sobre este desprecio a Jesús: “La Piedra Viva, que fue ciertamente rechazada por los hombres, pero delante de Dios es elegida y preciosa…” y “De manera que, para vosotros que creéis, es de sumo valor; pero para los que no creen: La piedra que desecharon los edificadores, ésta fue hecha cabeza del ángulo, y piedra de tropiezo y roca de escándalo.” ¿No nos alienta su sufrimiento? Él, que es el Señor de todos, fue desechado y no le tuvieron en nada, amontonaron desprecio sobre él. El Padre, al resucitarle, le exaltó para ser la cabeza de la Iglesia, Piedra principal del ángulo sobre la que se sustenta todo el Edificio, bien coordinado y firme.
Todavía hoy siguen rechazándole los “edificadores”, los maestros profesionales del evangelio que tienen tendencia a desviarse detrás de cualquier nueva filosofía con demasiada facilidad; el evangelio se les hace demasiado simple cuando que es la esencia de Cristo. Por eso dice que será ‘piedra de tropiezo’, porque los que lo rechazan tropezarán con Él para su propia perdición y serán testigos del regreso de esa Piedra que los desmenuzará y reducirá a nada, en Su regreso: “El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga” (Mt.21:44).
El rechazo fue una constante para todos los mensajeros que Dios envió antes de enviar a Su Hijo. Y como último mensajero, como se relata gráficamente en la parábola de los labradores malvados, allí estaba Jesús, el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y lo rechazaron matándolo después de torturarlo y despreciarlo vilmente. Lo que no entendieron es que el Cristo rechazado resucitará victorioso y vendrá a juzgar a los que se levantaron contra Él.

Así que tenemos que tener muy en cuenta las palabras del Maestro si sufrimos rechazo, desprecio o persecución por causa del evangelio. “Si el mundo os aborrece – dijo Jesús –, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo. Pero ya no sois del mundo, sino que yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” ¡Que quede claro! ¡Por causa del evangelio! No porque nuestra conducta lo sea. No creo que sea malo gastar energías en no ser rechazado, pero, si creo que es muy malo dejar al Maestro como hicieron muchos por comodidad, cobardía o infidelidad. Él nos ha invitado: “Ven, sígueme” y no quiero fallarle. Me encanta la palabra “perseverar”, ya lo he dicho en otras ocasiones. Pero me encanta en el sentido de usarla en la vida real. ¿Estás de acuerdo conmigo? 

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