sábado, 2 de marzo de 2013

AGNÓSTICO

“¿Es usted creyente o ateo? – Ni una cosa ni la otra, soy agnóstico”

creación prueba existencia de Dios

Es bastante corriente oír este comentario. ¿Qué significa ser agnóstico? En términos muy genéricos y sencillos una persona se denomina agnóstica porque cree que no puede opinar nada sobre temas de religión, no se declara creyente pero tampoco puede afirmar que sea ateo aunque en el fondo, nieguen la existencia de Dios basándose en que todo lo que pertenece al ámbito espiritual es inaccesible al entendimiento humano pues va más allá de los resultados de los experimentos, más allá de la ciencia.
Según leo en la Wikipedia, el agnosticismo designa corrientemente la actitud que considera fútil toda manifestación metafísica y, en sentido estricto, se aplica a todas las doctrinas filosóficas que, aparte de sus diferencias, admiten la existencia de una realidad absoluta y trascendente, incognoscible por naturaleza: el positivismo, el evolucionismo, el relativismo y, en cierto sentido, el criticismo kantiano.

La palabra viene del griego α-, a-, ‘sin’; y γνώσις, gnōsis, ‘conocimiento’. Es importante que no debe confundirse con gnosticismo, un movimiento religioso que tuvo su apogeo a mediados del siglo II siendo una auténtica amenaza para el cristianismo, dándoles mucho trabajo al apóstol Pablo y muy especialmente al apóstol Juan quien combate este movimiento en sus cartas.

Con respecto al agnosticismo, apunto, como curiosidad histórica que fue en el año 1869 cuando se “acuñó” esta palabra, lo hizo un tal Thomas Henry Huxley, un biólogo británico. Sin embargo, pensadores más antiguos ya habían promovido puntos de vista agnósticos. Por ejemplo, Protágoras (filósofo griego del siglo V a. C.). Sanyaiá Belathaputta (filósofo indio del siglo V a. C.), y el Nasadíia-sukta concerniente al origen del universo en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.).

Los que optan por esta actitud pueden parecer humildes aunque a mí me parece que su actitud es de comodidad, casi ‘pasota’, y lo que en realidad esconden es su incredulidad porque aunque no lo afirman, en realidad optan por no creer y por lo tanto actúan como si fueran ateos.
El que adopta la postura agnóstica tiene razón en que el más allá está fuera de la razón humana, pero puede conocerse por la fe que recibe la revelación de Dios. En 1 Corintios encontramos esta afirmación: “El hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no es juzgado por nadie. Porque, ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.” ¿Qué nos está diciendo aquí? ¿Quién es el ‘hombre natural’ que no acepta las cosas de Dios? En la Biblia, cuando se habla del ‘hombre natural’ se refiere a la persona no regenerada, no “nacida de nuevo” en el sentido de que la persona “nacida de nuevo” es aquella que ha oído el Evangelio, la Palabra de Dios, la acepta por fe, cree, se arrepiente de sus pecados, de su vida anterior y acepta vivir una nueva vida teniendo al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador. Esta persona, conforme a lo que se explica en la Biblia, recibe el Espíritu Santo y comienza su nueva vida guiado por Él. Esto es lo que le explica Jesús a Nicodemo en Juan 3: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.” De ahí la palabra ‘regenerado’ (vuelto a generar).
Por tanto la persona que no ha pasado por esa experiencia, la llamada ‘natural’ no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque no tienen valor para él, son cosas que proceden de una sabiduría superior y contraria a la suya por eso las toma por locura porque su capacidad no las digiere y por tanto las rechaza porque, sin ayuda, no puede comprender ni aceptar los planes de Dios, algo que se tiene que discernir espiritualmente, por medio de la obra del Espíritu en la persona, como le pasó a Lidia de Tiatira (Hechos 16), la vendedora de púrpura, que estaba escuchando la predicación de Pablo y solamente cuando Dios “abrió su corazón” para que estuviera atenta y entendiese lo que se decía, fue cuando creyó y fue bautizada conforme a como se hacía en aquel momento de la historia. Y esto es lo que Pablo está diciendo aquí: Acomodamos las cosas espirituales a hombres y mujeres espirituales, porque los otros no las comprenden.
¿Y eso puede servir de excusa? Yo creo que no. El que se dice agnóstico debería buscar la verdad porque Jesús afirmó que el que busca halla y al que llama se le abre, claro que es mucho más cómodo y menos comprometido no buscar amparándose en la incapacidad del hombre ante las cosas del más allá.
La Biblia da otra razón más fuerte: “El dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios.” El ‘dios de esta edad’, o ‘de este siglo’ como indica en otras traducciones es Satanás, el amo y señor de esta era, el señor de los mundanos y aquí afirma que las mentes de los incrédulos, los que han optado por no buscar, los que prefieren no creer o no tener capacidad para hacerlo, están impedidas para captar el contenido del mensaje, porque esta capacidad solo la da el Espíritu Santo de Dios a aquellos que han preferido buscar y que se han dado cuenta que tenían que llamar, y no solamente llamar sino clamar arrepentidos reconociendo su contaminación pecaminosa, condición que impide cualquier atisbo de poder acercarse a la Santidad pura y limpia de Dios. El hombre ‘espiritual’ ha sido regenerado por el Espíritu, es más, tiene al Espíritu (“Vosotros no vivís según la carne (el mundo), sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Romanos 8:9), y además anda en el Espíritu. Por eso cuando dice que “juzga todas las cosas”, o discierne, está diciendo que tiene la iluminación capacitadora del Espíritu en su entendimiento y esto le permite alcanzar el pleno conocimiento en relación con las cosas de Dios: “Pero vosotros tenéis la unción de parte del Santo y conocéis todas las cosas.” (1 Juan 2:20).

Volviendo al tema que nos ocupa, es verdad que Dios es Espíritu, es incomprensible para nuestra limitada capacidad de comprensión ya que Él es infinito, no puede medirse con dimensiones ‘humanas’, es invisible al hombre, pero a este Dios incompresible, infinito e invisible, su Hijo Jesucristo lo ha hecho visible, comprensible, alcanzable. Además, Dios reveló a todos los hombres su poder en lo que ha sido hecho, la Creación, de modo que no tienen excusa. Cualquier persona tiene capacidad, porque Dios se la ha dado, para “captar” el mensaje de la Creación, un mensaje que habla de la existencia de Dios (aunque no lo podamos ver). La creación es el libro que revela las perfecciones de Dios y habla de Él. “Porque lo que de Dios se conoce es evidente entre ellos, pues Dios hizo que fuese evidente. Porque lo invisible de Él – su eterno poder y deidad – se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas: de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:19-20). Hay una revelación constante, desde la creación, que no se ha detenido de modo que todos la hemos podido percibir porque es enviada por Dios, nada menos. Por tanto, no hay agnosticismo que valga sobre el conocimiento de Dios porque no hay ningún argumento que pueda justificar su decisión voluntaria de no querer saber de Su existencia. No se trata de descubrir a Dios mediante la inteligencia sino de aceptar lo que la propia inteligencia percibe: su eterno poder y deidad. ¿Niegan a Dios? Es su postura, pero no pueden poner excusas porque se trata de negar lo que ven y lo que oyen, la voz divina que habla continuamente por medio de la Creación. No es posible una absurda negación más que desde la suprema necedad humana. Dios se ha revelado para que no tengamos excusa, para que “toda boca se cierre y todo el mundo esté bajo juicio ante Dios.”

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