No hace mucho tiempo leí en una
hoja del calendario de La Buena Semilla: “Un hotelero, a quién ofrecí unos
ejemplares del Nuevo Testamento, me dijo hace poco: “Disculpe, pero el
cristianismo está perdiendo velocidad…”. En cierto modo tenía razón. En los
países de Europa, cada vez hay menos personas que profesan ser cristianas.”
Contrasta con este comentario la
serie de titulares que están apareciendo en el periódico digital “Protestante
Digital” bajo el enunciado “Observatorio de Pluralismo Religioso”: Sigue
creciendo la presencia evangélica en España…, En España hay 3.353 lugares de
culto evangélicos…, La Comunitat Valenciana es la cuarta autonomía con más
lugares de culto de las confesiones minoritarias…, Los evangélicos son la
minoría religiosa con más templos…, El Observatorio del Pluralismo religioso en
España, dependiente del ministerio de Justicia, calcula 223 lugares de culto en
la Región de Murcia, de los que 112 evangélicos…, En la provincia de Huelva hay
más de mil fieles de la Iglesia evangélica, que es la confesión no católica que
más lugares de culto tiene, etc., etc. Y así podía seguir enumerando cada una
de las Comunidades españolas que tienen representación evangélica, casi como si
de un avivamiento se tratara.
¿No dicen siempre que España va
en el mismo tren que Europa? Si según algunos informes, Europa tiene cada vez
menos cristianos y según los titulares de PD, en España sigue creciendo la
presencia evangélica, es evidente que, en asuntos del espíritu, hemos cogido
otro tren, aunque, en estos asuntos no nos dejemos llevar por la euforia de los
titulares, porque, tristemente, es aparentemente importante el crecimiento del número
de evangélicos en España, pero, ¿qué importa, la cantidad o la calidad?
Las palabras de Jesús resuenan en nuestros oídos: “Estrecha es la puerta, y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Pocos
son los que encuentran el verdadero Camino de Vida que es Jesús mismo. Los que
van por el camino angosto son los que pueden decir: Para mí el vivir es Cristo,
como decía Pablo. ¿Cuántos de los que se dicen evangélicos son verdaderos
creyentes, verdaderos discípulos de Cristo? ¿Cuántos han renunciado a todo por
Cristo? El camino angosto es el camino de la entrega personal de la que habla
Romanos 12. Pero el Señor nos dice que muy pocos hallan la puerta de entrada a
ese camino, porque no les resulta atractiva, porque les exige una renuncia a lo
que ha sido su vida hasta ese momento y les aboca a un compromiso con Dios el
cruzar esa puerta que es Jesús.
Samuel Pérez escribió: “Solo
encuentran gloriosa la puerta y la buscan aquellos que han sido iluminados por
el Espíritu Santo de Dios. Encuentran la puerta quienes lloran y desean ser
consolados; los que tienen hambre y sed de Dios, despertada por Dios mismo en
ellos. Indudablemente quienes se sienten satisfechos con sus vidas y los que
buscan la salvación en el camino de la religión, no encuentran la puerta de la
vida que pasa desapercibida para ellos. Por esa causa son pocos los que la
encuentran.”