“El temor de Jehová es el principio del conocimiento; los insensatos
desprecian la sabiduría y la disciplina.” (Proverbios 1:7)
Salomón es uno de los personajes
más conocidos de la Biblia: el rey Salomón. Tengo que confesar que soy uno más
de los admiradores de uno de sus libros: Eclesiastés, un libro por el que no
pasan los años, que trata las experiencias de este rey como hechos de la más
pura actualidad, experiencias que pueden ayudarnos a saber actuar sabiamente en
el diario vivir.
Siempre me ha llamado la atención
ese pasaje de la vida de Salomón en la que se presenta ante Dios, después de
haber ofrecido 1000 holocaustos, que se dice pronto, y Dios se le aparece y le
dice que le pida lo que quiera. Todos conocemos su respuesta: “Dame sabiduría y
conocimiento.” Y Dios se la da porque no había pedido riquezas ni posesiones,
llegando a ser tan popular su conocimiento que su fama traspasaba las fronteras
y de ahí que ésta llega a los oídos de la reina de Saba, la misteriosa reina,
musa inspiradora de muchas leyendas, la cual viajó hasta Jerusalén para
averiguar en persona si esta fama estaba basada en algo real. Una vez que lo
comprueba, dice: “¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de
tu sabiduría! Yo no creía sus palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto.
Y he aquí que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu
sabiduría.”
Y para saber actuar sabiamente en
el diario vivir también escribió Proverbios. Hay un texto (1 Reyes 4:32) que
dice que compuso 3000 proverbios y 1005 poemas (otras traducciones dicen ‘1005
canciones’), aunque conviene recordar que en el libro de proverbios también los
encontramos de otros escritores, de los que se menciona a Agur y Lemuel,
escritores de los que no se conoce su historia.
Cuando Salomón introduce el tema
de Proverbios, nos indica los motivos de “para qué” lo ha escrito, iniciando
con un “para conocer sabiduría y
disciplina.” O sea, Salomón era sabio y no se guarda su conocimiento para
sí, sino que desea compartirlo y, como si se tratara de un manual de los que
tanto proliferan ahora, de esos que en la librería aparecen agrupados bajo el
epígrafe ‘libros de autoayuda’, se pone a escribir muchos de los proverbios
compuestos por él y otros recopilados de la sabiduría de entonces, para que nos
ayude, en principio para adquirir sabiduría y para entender disciplina… ¿A
quién le interesa esto? Evidentemente, el propio Salomón nos adelanta que “los
insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina” (v.7), por eso no pueden
presumir de sensatez, más bien se trata de unos descerebrados, unos inconscientes.
Pero, ¿qué bien representa a algunos grupos muy de hoy, que presumen de estos “dones”
¿verdad? Bueno, las consecuencias de despreciar la sabiduría y la disciplina
están en la calle; ya hemos mencionado en más de una ocasión, la frase que está
en la calle y que hemos oído repetidas veces: “Se están perdiendo los valores…”,
especialmente los morales, añado.
Salomón quería aportar sus
conocimientos para ayudar en el desarrollo de la destreza moral y mental del
ser humano. El libro es un manual para la vida práctica por eso está lleno de
consejos concisos y claros, y así lo afirma desde el principio… “conocer sabiduría y disciplina.” Sabiduría
práctica para vivir, sabiduría que procede de la experiencia, del conocimiento,
la sabiduría popular se la llama a veces, sabiduría de los ancianos que se dice
en las tribus más primitivas y en las películas de indios y vaqueros, claro
está la de los indios es la que cuenta… Aunque aquí cuando habla de sabiduría
va más allá porque lo que busca es conocer sabiduría empleando los mejores
medios para lograr los mejores fines, siempre desde un punto de vista inspirado
por la Divinidad, supremo. A raíz de esto algunos han comentado que los valores
por los que se rige Proverbios, son valores antiguos, pasados de moda, porque
pertenecen a una época que ya pasó. Creo que es el argumento de muchos para
despreciar la Biblia, pero nada más lejos de la realidad. Es verdad que vivimos
en la “era espacial” o la “era de la comunicación” como gustan decir ahora, y
es cierto que muchas costumbres han cambiado, pero los valores y los
antivalores siguen en una lucha de muerte. Lo que sucede que a nuestro orgullo le
gusta poner obstáculos para evitar consultar con la Verdadera Sabiduría ¿Cuál
es la clave para adquirir esta Sabiduría con mayúsculas? Nos la da el versículo
7 antes mencionado: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.
Si uno quiere alcanzar sabiduría,
lo primero que tiene que hacer es reverenciar a Dios, confiar en Él y
obedecerle. Suena religioso, puritano, ¿antiguo?, clásico, ‘pasado de moda’… y
muchos añadirán “fundamentalista”, o lo que es lo mismo: intransigente. Sin
embargo, además del primer consejo de Salomón para alcanzar la verdadera
sabiduría, es una instrucción guiada y dirigida a los que lo lean por Dios
mismo, el único y sabio Dios. ¿Hay algo con más sentido, con más lógica, que la
criatura confíe en el Creador? Este es el primer paso y lo más sabio: Arrepentirse de nuestros propios pecados,
confiar en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y vivir para Él de todo
corazón y con toda devoción.
Que así sea.
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